En 1874 con el cable submarino, Montevideo «se puso al habla con el mundo».

Savannah (auuuu.com ©2011)

Hacía ya tiempo que surcaban los mares, pretendiendo acortar las distancias, las primeras máquinas a vapor; el «Savannah» había cruzado el Atlántico Norte haciendo la travesía parte a vapor, parte a vela; el «Great Western» y el «Sirius» habían cumplido igual proeza exclusivamente a vapor, quemado casi 400 toneladas de carbón. Era la época de la gran discusión: el sistema de hélice o el de las grandes ruedas a paletas por ambos lados de la embarcación…

Samuel Morse

Una inquietud indescriptible por vincularse y acercarse embargaba al mundo de entonces, y afloraban las grandes empresas de la comunicación. Morse había conseguido un despacho telegráfico a través de un cable de cobre sumergido en el puerto de Nueva York, pero su terrible pobreza -confesaba- le impedía continuar las experimentaciones.

Bright insistió en la idea , con un espíritu de empresa que rebosaba sus 27 años de edad y con el concurso de los hermanos Brett, tendió el primer cable submarino a través de Calais.

Manipulador rotativo de Jacob Brett, 185.Utilizaba una manivela rotativa en lugar del tradicional teclado. Con alfabeto romano, las letras y números eran despachadas más rápidamente. Utilizado por la Submarine Telegraph Company brevemente en 1851. Había también una versión portátil. (foto © Copyright – Steven Roberts 2011, http://distantwriting.co.uk)

John Watkins Brett, ingeniero británico, c 1840s.

En agosto de 1850 la reina Victoria y Napoleón III cambiaron por él los primeros mensajes entre Londres y París. Ocho años después, el «Niágara» arribaba a la bahía de Trinidad en Terranova, al mismo tiempo que el «Agamemnon» entraba a puerto en Valentia, Irlanda, terminando la operación de tender el primer cable transocéanico, luego de innumerables tentativas y dificultades.

Era la tamaña empresa de Bright, Brett y Field, de tantos fracasos como renovados comienzos, que superó creces el augurio de Carlisle al despedir la expedición inicial con sus célebres palabras: «Fracasar la primera vez es la ley y condición de todo éxito final»… El 5 de agosto de 1858, el presidente Lincoln y la reina Victoria se cruzaron sendos mensajes por aquel primer cable transocéanico, cuya significación se ha señalado, con justa propiedad, como la de mayor trascendencia después del Descubrimento.

Aviso de la Western Telegraph Co. Ltd. publicado en Revista Telegráfica, Buenos Aires, Argentina, 1913.

El gobierno de Berro en 1862 había patrocinado el proyecto de don Eduardo Will para unir por cable submarino  nuestro país con Europa.  La concesión que sería por 50 años a Will, fue aprobada en Diputados pero el Senado hizo naufragar la iniciativa.

La Compañía Telegráfica del Río de la Plata, de la que fuera alma y nervio el ingeniero británico don Juan Oldham, -que formado entre los verdaderos padres de la telegrafía, luego pasó el resto de su vida en las capitales del Plata -había tendido un cable terrestre y submarino entre Montevideo y Buenos Aires (terrestre de Punta Yeguas a Colonia y submarino de Colonia a Buenos Aires), inaugurado el 29 de noviembre de 1866 entre los gobiernos de Flores y Mitre con gran solemnidad. Pero no obstante el significado de este nuevo vínculo y de los propios adelantes de la navegación -debido al predominio aún de embarcaciones a vela y a las deficiencias de las máquinas a vapor – aquí, en la boca del Río de la Plata, seguíamos estando a más de 30 días de distancia de Europa.

El barón de Mauá desde Londres, alentaba la idea de establecer un cable submarino entre Europa y América del Sur y por la vía Lisboa-Pernambuco-Río-Montevideo-Buenos Aires, pretendía unir el Plata con el resto del mundo.

Desde «The London Platino Brazilian Telegraph Company», lleva adelante la empresa con firmeza y decidido tesón. No era fácil reunir los capitales necesarios. Las compañías que ya explotaban negocios similares, sobre todo la del Atlántico Norte, no producían tentadores dividendos. Se les consideraba negocios a largo plazo. Pero Mauá no era hombre de abandonar un camino al tropiezo con las primeras piedras, y así fue como mientras se tendía el cable entre Lisboa y Pernambuco, simultánemanete se trabajaba en los tramos a Río de Janeiro y al Plata, tareas que cumplían el «Ambassador» y el «Sydney Hall», embarcaciones adaptadas a esoso fines, que en esa época hicieron su cuartel general en nuestras costas.

              

Medalla conmemorativa de la inauguración del cable  del Río de la Plata por la «Companhia Telegráfica Platino Brasileira», acuñada en 1874 por Siemens Brothers, London. El coleccionista uruguayo Gustavo Coll anota que la medalla muestra los escudos de Brasil, Argentina y Uruguay en el anverso,mientras que el reverso muestra los nombres de los fundadores y concesionarios. Andres Lamas fue un prominente político y diplomático uruguayo.
Anverso: Telegrafos sub-marino entre el Rio de la Plata y el Brasil y terrestre en el Rep.[ublica] O.[riental] del Uruguay 1874
Reverso: Concesionarios y Organizadores de la Comp. Platino Brasilera (Concessionaries and Organizers of the Platino-Brazilian Company) Dr. D. Andres Lamas D. Andres F. Lamas y D. Pedro S. Lamas Directorio Primitivo D. H. Haupt D. A. Klingelhoffer y D. H. Wohlgemuth. (texto y fotos ©http://atlantic-cable.com, traducido por Horacio Nigro). Ver más en el sitio web original.

Fue el 17 de julio de 1871 cuando el gobierno del general Lorenzo Batlle concedió a los señores doctor don Andrés Lamas y don Pedro S. Lamas, la autorización necesaria para amarrar en tierras orientales -costa o islas- el cable o cables del telégrafo submarino de que eran concesionarios por decreto del gobierno del Brasil del mismo año.

Podrían los interesados establecer allí la estación central de la línea y comunicar dicha central con Montevideo por via aérea, submarina y subterránea permitiendo de este modo la comunicación directa de la capital con Río Janeiro.

Recién el 22 de agosto de 1873 dio principio la colocación del cable submarino desde Montevideo.

A la distancia impuesta por las piedras, el vapor «Mazeppa», que conducía el inmenso torzal de hilos de acero dentro de sus múltiples envolturas de protección, largó una punta del cable al remolcador que poco a poco lo trajo a manos de los obreros que lo esperaban en la costa sur, para llevarlo al punto donde debía fijarse en tierra, en una casilla de la casa de Bastos en el extremo de la calle Zabala.

Concluida esta operación previa, engorrosa y demorada, el «Mazeppa» hizo rumbo al Este dejando caer en el estuario las sucesivas brazadas de su carga.

El 25, utilizando el propio cable, telegrafió por primera vez; el 27 distante ya 80 millas de aquel puerto, a las 4 de la tarde, trasmitió de alta mar: «Pasa un vapor grande de dos palos» y al día siguiente a las 7 de la mañana volvió a comunicar diciendo «otro gran vapor a cien millas».

Noticias sin objetivo ulterior desde luego servían únicamente para testificar que todo marchaba bien.

Finalmente el 8 de setiembre el cable submarino hallábase amarrado en la costa brasileña del Chuy y la casa Seijo y Compañia de nuestra capital recibió un despacho de su corresponsal en aquellas soledades haciéndole saber «que el cable era ya una realidad».

Con excepción de un tramo comprendido entre Maldonado y Río Grande, el cable submarino estaba totalmente tendido en julio de 1874, y salvando ese trecho mediante el empleo del cable terrestre del «Telégrafo Oriental» -obra de otro hombre de empresa de la época, el doctor Santiago Bottini – por la vía Yaguarón-Pelotas, el Río de la Plata quedaba conectado telegráficamente con el resto del mundo. Se fija para el día 5 de agosto para la inauguración solemne del servicio. (Es de hacer notar que en igual fecha, 16 años antes, se inauguraba el transocéanico Norte y en ese mismo mes, con 24 años de antelación, el primer cable submarino, a través de Calais, por lo que resulta ser agosto y su día 5, la fecha con mayores títulos para la conmemoración del día universal de la comunicación).

Compañía del Telégrafo Oriental, 1898. Lista de precios por palabras. Medidas : 20.5 cm x 26 cm

Montevideo y Buenos Aires se aprestan con gran entusiasmo a la celebración. El presidente Sarmiento, euforizado quizás por las marcialidades de las bandas de música que ejecutan marchas frente las ventanas de su despacho oficial, con motivo de celebrar ese día 4 su onomástico, mientras discute con Oldham exigiéndole haga llegar el alambre mágico hasta el salón donde se realizará el acto al día siguiente, redacta el decreto declarando feriado nacional el día 5 y ordenando salvas de artillería, iluminación y embanderamiento de la ciudad, más conciertos de bandas militares en las plazas públicas y por último, la gran ceremonia en la casa de gobierno, con asistencia del cuerpo diplomático, gobernadores, autoridades, etc.

Domingo Faustino Sarmiento

José Ellauri

Ellauri, más sobrio que su colega argentino, recién en la mañana del 5, dispone la celebración oficial del acto, que debía efectuarse esa misma tarde, con un asueto al personal de las oficinas públicas, embanderamiento de edificios, salvas de la batería San José e «invita con un refresco en el Fuerte al cuerpo diplomático y autoridades, pero dado el retraso con que fue cursada la invitación la gran mayoría se vió imposibilitada de concurrir».

Ambos presidentes inauguran el cable con mensajes al emperador del Brasil, al de Alemania, a la reina Victoria, a los reyes de Portugal e Italia, al Papa y a los presidentes Mac Mahón de Francia, Grant de los Estados Unidos y Serrano de España. Y entre ambos se cruzan los siguientes cables: «Me es altamente satisfactorio saludar al presidente Sarmiento en el día de una gran solemnidad para los pueblos, que desde hoy el hilo eléctrico pone en inmediata comunicación, estrechando los vínculos de franca y cordial amistad que afortunadamente los une – Ellauri».

«Dos manifestaciones-le contesta Sarmiento– de dos mismos esfuerzos, de los mismos principios elevados a la práctica por la misma familia, la de ésta y esa orilla del Plata. El cable submarino llevará en adelante al mundo un mismo pensamiento de dos repúblicas y la misión de paz y prosperidad; con felicitaciones de Sarmiento».

En esta casilla de hormigón está la entrada a la ciudad de Montevideo del primer cable submarino que en 1874 la puso en comunicación telegráfica con el resto del mundo.

Montevideo quedó así, «al habla con el mundo» al decir de los cronistas de la época y capacitada para informarse en término de breves horas de cualquier suceso mundial. Desde el punto de vista bursátil el cable vino a salvaguardar grandes intereses, habitualmente en juego por las fluctuaciones violentas de los valores, permitendo seguir paso a paso las tendencias de los mercados. Comercialmente significó un horizonte inmenso en el mundo de los negocios, agilitándolos y multiplicándolos extraordinariamente. Fue así como a los pocos días de habilitado el servicio telegráfico del cable submarino, un cargamento de café en tránsito fue vendido tres veces en un sólo día…

Insospechables fueron por su diversidad las ventajas que inmediatamente comenzó a brindar el cable para la vida del Montevideo de entonces. Al día siguiente de inaugurado pudo lograrse en Río, la detención de Juan Paredes -cuentan los diarios de la época -quien luego de haber desvalijado la caja de la Compañía Salteña de Navegación, llevándose 20 mil pesos, se había fugado en el vapor Camoes. El barco llegó a Río pocas horas después del despacho de la policía uruguaya… Esta noticia conmovió a la población que no había reparado seguramente en este otro, de los innumerables aspectos que ofrecía la nueva y rápida via de comunicación.

Sitio por donde entraba el cable -foto obtenida en 1927, antes de realizarse las demoliciones y construcción de las obras de la Rambla Sur, en Montevideo.

Nota gráfica obtenida en la costa de la ciudad de Colonia (R.O.U.), en la que puede verse el tubo que enfunda el «alambre mágico» que en 1866 nos conectó telegráficamente con Buenos Aires. Desde Punta Yeguas a Colonia la línea era terrestre, de allí a la capital argentina se prolongaba en un cable submarino.

Un aspecto gráfico de la popa del «Sydney hall», barco que fuera adaptado para cumplir tareas de tendido de cables submarinos y que conjuntamente con el «Ambassador» intervino e esos trabajos que se realizaron en el Río de la Plata. «El Sydney Hall» ha pescado el cable con sus grampines y desde la popa su personal se apresta a efectuarle una costura.

Los cables submarinos suelen averiarse y no es tarea fácil la localización de sus fallas. Vemos en esta nota gráfica un cable que ha sido pescado con los grampines y subido a cubierta para su reparación.

Texto original y últimas cuatro fotos: «En 1874 con el cable submarino, Montevideo “se puso al habla con el mundo”. Ismael Solari Amondaraín. «Suplemento «El Día» Año XXII – Nº 1046, Montevideo, 1º de febrero de 1953.
«Historias del Viejo Montevideo», José María Fernández Saldaña. Ed. Arca.
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2 respuestas a En 1874 con el cable submarino, Montevideo «se puso al habla con el mundo».

  1. Pensé que ya nunca en mi vida iba a poder escuchar «La señal indicará…» nuevamente. Cuando yo era niño no era común que todo el mundo tuviese teléfono en su casa, lo había en lo de mi abuela porque tenía un comercio —barraca de leña—, y ahora recuerdo como algo pintoresco cuando los vecinos venían a pedir para hacer una llamada y dejaban unas monedas en la mesita donde se apoyaba el aparato.
    Muchas gracias por compartir esto. ¿Sería posible que pudiese tener el archivo de sonido?