En una polémica sobre quién merece la palma en la invención de la T.S. H. alguien ha dicho estas palabras serenas y sensatas: «La invención de la T. S H. no puede, en realidad, adjudicarse a nadie. Ha sido, y continúa siendo, la obra de numerosos equipos de sabios y de técnicos del mundo entero”.
En efecto, en ninguna obra como esta se ha manifestado la cooperación científica internacional. Obra de paz, de progreso, de solidaridad entre pueblos, la T. S. H., con su manifestación más acusada y gloriosa—la radio— constituye un hecho de tipo universal, que no admite paternidad concreta de un país o de un hombre. La historia se ha recordado a tiempo. Los franceses pueden hablar de Branly: los italianos de Marconi; los alemanes, de Hertz; los ingleses, de Lodge; los rusos, de Popof.

Paul Dermée. (Imagen fuente).
Pero está en lo cierto Paul Dermée cuando escribe: «Cuando la T. S. H. es reclamada por tantos padres es la demostración de que no es una cosa simple, un principio, una propiedad o una ley de la materia que pueda ser objeto de un descubrimiento o de una invención, sino un edificio completo, construido piso por piso en el curso de los años.
Es casi ridículo plantearse la cuestión preguntando quién ha inventado la T. S. H., como es ridículo preguntar quién ha inventado el automóvil. La T. S. H., es decir, la transmisión a distancia por ondas hertzianas de señales, de palabras, de música y de imágenes ha sido edificada por un equipo sobresaliente de sabios físicos y de ingenieros meritísimos, de tal modo que ningún país puedo reivindicar excesivamente ser el inventor del sinhilismo».
Se recuerda a este respecto que desde 1863, Maxwell había previsto, por sus famosas ecuaciones, la existencia de las ondulaciones electromagnéticas. Que Hertz descubrió trece años después, las cuales llevan su nombre.

Edouard Branly
En 1890, Branly y Lodge inventan el nuevo detector que permite ya la transmisión de señales a distancia. Después, Tesla, y más tarde Popof, crean la antena receptora. Este último, que era un oficial de marina ruso, realiza el perfeccionamiento de la antena. Pero hasta Marconi no se logra utilizar las ondas como medio de transmisión de despachos.
Marconi es el pionero de la técnica radioeléctrica y el primer realizador de transmisiones a muchos kilómetros de distancia».
El sinhilismo existía desde 1896 pero sólo era posible como método de signos, según el sistema Morse. Pero la emisión y recepción de la palabra, de la música, la radio en su plenitud no se logra hasta que se descubre lo que un cronista de radio llama “la lámpara maravillosa». En el perfeccionamiento de la lámpara, en la adecuación de la radio, en la construcción de aparatos emisores y receptores han colaborado técnicos de todas las nacionalidades, constructores, industriales, funcionarios.
El mundo nuevo de la radio, sin limitaciones ni fronteras, está ya en marcha y dentro de él trabaja la vivaz inteligencia humana, dispuesta a arrancarle nuevos secretos.
Claro que esto ocurre en todos los órdenes de la cultura y del progreso. La ciencia y la técnica son desinteresadas, libres, nacidas con un fin civilizador.
Los hombres de todas las latitudes trabajan unánimes en el hallazgo de nuevas fuentes de acercamiento espiritual. Y ni siquiera aquel arcaico concepto del secreto científico, que dominó durante mucho tiempo el mundo de los investigadores, estorba ahora la obra de colaboración intelectual. Cuando se habla de un invento terrible que cualquier sabio famoso guarda para ponerlo al servicio de su país con fines destructores, se cae en la superstición científica, propiedad de las mentalidades ingenuas.
Siempre es bello creer en la fábula, aunque ésta prediga el triunfo demoníaco del terror desencadenado. Pero ya se sabe con seguridad que el trabajo científico es la suma de muchos esfuerzos, y nadie cree en el novelesco descubrimiento de un sabio solitario. Cada día más, el avance mecánico es una labor de solidaridad intelectual. Centenares y millares de hombres han trabajado en el perfeccionamiento de la radio, aportando a la técnica de la emisión y de la recepción una labor no por modesta menos estimable.
Una de las características de la radio es que estimula la iniciativa del aficionado, y a veces le convierte en un técnico que trabaja con fe en mejorar sus medios de comunicación sinhilista.
J. D.

Un radioexperimentador: Victor Laughter y su aparato radiotelefónico. «Con este mecanismo ha proyectado su voz veinticinco millas a través del aire». (1913).
- Publicado en «Ondas», 1º de diciembre de 1935, Madrid, España.
- Imagenes referenciales.
Hola Horacio, y que opinas de http://pt.wikipedia.org/wiki/Roberto_Landell_de_Moura ???
Otro pionero a quien no hay que olvidar. 73!
interesante informe