«Guglielmo Marconi – Carlos Braggio, 1910-1924». (Pierre Noizeux, Argentina).

Caricatura de Marconi en «Caras y Caretas», Buenos Aires, 1910. «El telégrafo sin hilos inventó Marconi, y nada puede ser más oportuno ni más digno de su fama que publicarle aquí esta caricatura sin rayas», se lee en el texto que acompaña el dibujo

Estacion CB8 ubicada en Bernal, con don Carlos Braggio y su hijo Juan Carlos. 

Se publicó en el número 744,de noviembre de 1974 de la Revista Telegráfica Electrónica, de Buenos Aires, Argentina, el siguiente artículo:

[Nota: las imagenes y negritas así como los formatos negrita, cursiva, etc. que se incluyen en esta entrada, no aparecen en el texto original].


Guglielmo Marconi – Carlos Braggio, 1910-1924

Pierre Noizeux. Ingeniero argentino, pionero en las radiocomunicaciones de ese país. (Foto, crédito: IEEE, Argentina).

Con este título, en la Biblioteca Popular José M. Estrada de Bernal, auspiciado por el Radio Club de Quilmes, Noizeux habló el 14 de setiembre sobre las hazañas, en Bernal, de Marconi y Braggio.

Con su estilo peculiar, recalcó el carácter de “aficionado” de ambos y mencionó el lustre que los acontecimientos históricos confieren a los lugares donde ocurrieron. Ya que la disertación contiene datos técnicos interesantes, creemos conveniente publicar este resumen.

Empezó Noizeux diciendo que, el azar de una búsqueda permanente de informaciones auténticas sobre la evolución de las telecomunicaciones en el país, tuvo oportunidad de obtener ciertas precisiones sobre un hecho poco conocido: la visita de Marconi a Buenos Aires; precisamente en Bernal donde, hace cincuenta años, Carlos Braggio se distinguió mundialmente, al comunicarse a la mayor distancia alcanzada hasta entonces.

Ya que se celebra, este ano, el centenario del nacimiento de Marconi, consideró apropiado recordar brevemente su actuación hasta la época de la visita. Dijo Noizeux:

Ya que se celebra, este año, el centenario del nacimiento de Marconi, consideró apropiado recordar brevemente su actuación hasta la época de la visita. Dijo Noizeux:

“Para mucha gente, hay algo misterioso en la primera época de Marconi, que prestó a mucha fantasía. En realidad, como Braggio, Marconi fue un aficionado. Puede parecer irreverente llamar así al que consideramos respetuosamente como «El Padre de la Radio»; pero creo que, precisamente, es uno de sus mayores títulos.

”Marconi quería ser marino; no consiguió entrar en la Escuela Naval italiana. Curioso por naturaleza y, probablemente influenciado por el Profesor Augusto Righi, comensal de la casa paterna -la Villa Grifone, cerca de Bolonia- el joven Guglielmo se familiarizó con las de mostraciones de laboratorio efectuadas por Hertz en 1889 y habrá también tenido conocimiento de la famosa conferencia de Lodge, en 1894: «La obra de Hertz y algunos de sus sucesores». De carácter reservado, se dedicó entonces a practicar experimentos solitarios. Su educación formal se redujo a frecuentar la escuela técnica de Bolonia y la de Livorno y a algunas incursiones al laboratorio de Righi.

Pero Marconi, un intuitivo, tuvo rasgos geniales. Tenía una idea y la siguió con tesón: consiguió llamar la atención antes de llegar a la mayoría de edad, al trasmitir -aunque a corta distancia- señales telegráficas. Al intercalar un manipulador en el circuito, creó la radiotelegrafía”.

Después de describir los primeros experimentos, el disertante agregó:

«Marconi llegó a Inglaterra en 1896, enviado por su madre, irlandesa. con una carta de recomendación para un primo de ella y un cajón de primitivos aparatos, que su padre consideraba como juguetes. Tenía entonces 22 años. Su carrera fue meteórica; antes de terminar el siglo, ya había conseguido romper el aislamiento de los barcos, al establecer contacto radiotelegráfico con estaciones costeras.

Era la época del «decenio maravilloso» —de 1895 a 1905—; se creía entonces en la. aceleración infinita del progreso, que iba a cambiar milagrosamente la condición humana: nacía el cinematógrafo de Lumiére; Roentgen descubría los Rayos X y Becquerel la emisión del uranio; el Premio Nobel recompensaba a los Curie que observaron la «radioactividad» espontánea del radium. Ross descubría el parásito de la malaria; Orville Wright, en Kitty Hawk, conseguía volar, por sus propios medios, 12 segundos y 40 metros. Los inventos se sucedían rápidamente; lo de Marconi parecía natural en ese ambiente eufórico”.

Volviendo a las actividades de Marconi, expresó:

“El pragmático Guglielmo no soñaba con el Premio Nobel; quería realizar su sueño máximo; comunicarse a gran distancia; cruzar el Atlántico. El tiempo apremiaba. Sabía que tenía competidores potenciales, que podían alcanzarlo en cualquier momento. Hizo construir por uno de sus asociados -Vyvyan-una estación: Poldhu, en el extremo más occidental de Inglaterra, con una antena tan grande que se cayó varias veces, hasta que se sustituyó por una especie de abanico entre dos torres de sesenta metros.

Con una máquina de vapor, movía un generador de 25 kW y con un trasformador elevaba la tensión hasta obtener una larga chispa entre dos bolas, una conectada a la antena y la otra a tierra.

«Marconi y dos ayudantes -Kemp y Paget- se embarcaron sigilosamente para Canadá con elementos de recepción. Se instalaron en Terranova, la parte más oriental. Tenían todo en contra: pleno invierno, en un cuartel abandonado, con frío intenso y borrascas permanente. Trataron de remontar una antena -un hilo metálico de varios centenares de metros- con un barrilete, que se destruyó inmediatamente. Probaron un globo de cinco metros que también desapareció.

Por fin, construyeron un gran barrilete de seda y bambú que aguantó los saltos violentos y, el histórico día 12 de diciembre de 1901, Poldhu empezó a trasmitir en el horario convenido -de 12 a 15, hora canadiense.

«Marconi pudo entonces oír, solamente tres veces en ese día -a las 12.30, 13.40 y 14.20- la señal elegida; que se convino posteriormente en llamar la letra «S» del alfabeto Morse.

«En realidad, no hubo tal letra «S», sino tres impulsos muy cortos y muy separados. Como en el caso de un golpe de martillo sobre un clavo, la energía acumulada durante un intervalo se descargaba bruscamente, en el impulso corto, equivalente a una potencia instantánea igual a cientos de kilowatts. Es el principio de trasmisión del radar.

¡Marconi emitió señales de radar sin saberlo!

«Tenía entonces 27 años. El experimento costó 200.000 dólares. Fue una corazonada; contaba más con su suerte e ingenio que con factores favorables. ¡Ni siquiera supo en qué frecuencia había trasmitido Poldhu! Posteriormente, Fleming la «apreció» en 328 KHz (915 m). Todavía hoy, uno se maravilla del éxito de la prueba: ¡en pleno día, a 3.500 km, en esa frecuencia, con una técnica primitiva y aparatos tan rudimentarios!

’La noticia provocó una conmoción periodística parecida a la de la bomba atómica, o el viaje a la Luna, en nuestros días”.

Al referirse luego a la visita de Marconi, el orador agregó:

“Entre las personalidades que vinieron a Buenos Aires en el año del Centenario de la Revolución de Mayo, llegó Marconi, a bordo del «Principessa Mafalda», el sábado 24 de setiembre de 1910 y permaneció aquí una semana. Aureolado con un prestigio mundial, el flamante Premio Nobel fue recibido con entusiasmo frenético; vivían entonces en la Argentina más de un millón de italianos. Traía consigo un ayudante, el Ing. H. J. Round, con el cual había efectuado pruebas de recepción durante la travesía; las que planeaba repetir en tierra firme. Eligieron la zona de Bernal, que le había sido recomendada por la Oficina Meteorológica argentina, por su régimen de vientos favorables para remontar barriletes y por su proximidad al río. Round instaló su receptor en un campo de la familia Bernal, con una antena -un hilo metálico de 1.525 metros- sostenida por un barrilete de dos por tres metros, que flotaba a una altura de casi mil metros.

“El diario «La Prensa», que publicaba diariamente informaciones sobre las actividades de Marconi, registró lo siguiente: «El 29 de setiembre, a las 22.15, el Sr. Barberá, redactor naval del diario, presente al lado del Ing. Round, en Bernal, oyó a las estaciones de Clifden (Irlanda) y Glace Bay (Canadá) comunicándose telegráficamente entre sí». La frecuencia empleada fue de 37,5 MHz (8.000 metros).

“Fue entonces la mayor distancia alcanzada por las ondas de radio y despejó la incógnita de la comunicación Norte-Sud”.

Después de mencionar la evolución de la radiocomunicación a larga distancia y la fusión de varios proyectos que se integraron en lo que fue Transradio Internacional, Noizeux trajo a colación la comunicación de Braggio con Nueva Zelandia:

“Carlos Braggio, que había practicado ampliamente la radiotelefonía, construyó un trasmisor radiotelegráfico para participar en el primer Concurso Panamericano de Mayo de 1924. Constaba de cuatro válvulas 203-A, en paralelo, autooscilando en 2,5 MHz (18 m) y alimentado por un generador de corriente continua de 1.000 volts ESCO. La alimentación era del orden de 200 watts. La antena era vertical, en forma de cono invertido, de unos 33 metros con una contra-antena horizontal. El receptor era del tipo «Perry O’Briggs», de moda entonces: dos válvulas; un detector regenerativo acoplado inductivamente a la antena y una etapa de baja frecuencia conectada a un auricular telefónico.

”Lo que ocurrió en esa noche del 20 al 21 de mayo de 1924 pertenece ya al folklore mundial de la radio: a las 3.35 de la madrugada, cuando en el bostezo final, Braggio y su hijo Juan Carlos hacían el último llamado antes de retirarse, oyeron, azorados, la primera y única contestación del Concurso, que resultó ser de Nueva Zelandia. La comunicación resultó excelente y duró varias horas.

”El nombre de Bernal se esparció por todo el mundo de los radioaficionados, juntamente con el de Gisborne, donde residía un señor O’Meara, viejo aficionado, que no esperaba tampoco tal sorpresa.

”Casi 40 años después, en 1963, Horacio Martínez Seeber -LU1AA- se comunicó, esta vez con teleimpresor, con un aficionado de Nueva Zelandia y pudo comprobar que el «record» con la Argentina no se había olvidado, ya que se acordaba de los detalles de esa comunicación histórica”.

Al terminar, Noizeux hizo notar que, en la Argentina, los experimentos de Marconi provocaron una emulación inmediata: el Ing. Teobaldo Ricardoni, autor de numerosos textos de enseñanza, publicó a principios de siglo, en su “Elementos de Física” la descripción de los aparatos construidos por él, con los cuales comunicó con un barco a diez km de distancia. Más aún, obtuvo la primera patente argentina sobre radio, la 2.847, presentada el 30 de octubre de 1899, dos años antes del experimento mayor de Marconi -el cruce del Atlántico-. Dicha patente cubría el perfeccionamiento del chispero, bautizado por él como “Vibrador Ricaldoni”.

Siguieron varias instalaciones experimentales y, el 6 de mayo de 1904, empezó a funcionar la primera estación costera.


«75 Aniversario del Récord Mundial de Intercomunicación
entre Radioaficionados, CB8 , Argentina con 2AC, Nueva Zelandia, 1924 – 1999. «. por Horacio Nigro Geolkiewsky, Montevideo, Uruguay.

Esta entrada fue publicada en 1974, antena, antenas, Argentina, Canadá, caricatura, Código Morse, Conferencias, Documentos, figuras de la radio, Investigación, La Galena del Sur, Los principios, Marconi, Notas de prensa, personajes de la radio, pioneros, radio, Radio Aficionados, radiotelegrafía, Receptores, relato, Testimonios, textos, trasmisor y etiquetada , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

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