No sé si verán la luz estos renglones. Ignoro si gustarán, absortos como estamos en tecnicismo corrido, pero bien vale la pena ensayar. El espíritu necesita distracciones, no importa quien se las procure, para alejar momentáneamente el mal humor de un fracaso o la fiebre nacida en la solución de un problema.
La radiomanía ambiente nos procura abundantes temas serios y jocosos, muchos de los cuales merecen el honor de las letras de molde, y la atención del lector.
Conviene imprimirlos y ofrecerlos como un plato de postre en que a veces, por error del repostero, resulta sazonado con salsa picante en lugar de crema chantilly.
En todo caso, el cronista la oficia de modesto garçon, que sirve lo que recoge.
No me gusta la radio, dicen algunos, es un mal fonógrafo con púas gastadas.
-¿Lo ha escuchado Vd? ¿dónde y cuándo?
-¡Hombre!… en Buenos Aires… en cualquier parte. Las cornetas negras resultan ya una pesadilla que no se sabe como esquivarlas.
-¿Se ha aplicado a sus oídos un cabezal telefonico alguna vez?
-No, pero me supongo como se oirá.Y así, con este formidable argumento, viven aun, convencidos, muchos millares de habitantes de Buenos Aires.
Causa asombro esa indiferencia, si se piensa que en las azoteas de las casas abundan las antenas; que la profusión de alto parlantes, bien o mal regulados, recuerda al caminante que algo nuevo se ha infiltrado en la vida popular y que muchos miles de jóvenes, se levantan, caminan, trabajan, estudian, comen y hasta duermen pensando en la Radio.
一Y el Radio Club?…
-Bueno, gracias.
La gente agrupada puja por entrar a una casa de comercio. El vigilante, parado en la esquina, sonríe.
-¿Qué ocurre? le pregunto.
-Nada señor, es una casa que vende artículos de radiotelefonía.
Y en las vidrieras vecinas, grandes letreros anuncian la rebaja de precios y liquidación de ropas y calzados.
Posiblemente en la zapatería se incuba un nuevo comerciante radio.
Que la radio aguza el ingenio es cosa sabida. No pasa día sin que alguna noticia nos haga pensar o reir.
Pérez hizo un alto parlante con una guitarra; García con un embudo; Diéguez fabricó un receptor con un sombrero de paja, Benítez con una caja de fósforos, Díaz con una caja de reloj, Méndez con una lapicera y el paciente Bertoldo lo está construyendo en el canuto de una pluma de canario, que ha de recoger, sin duda, el eco de los trinos.Cualquier diario publicará mañana la fotografía del inteligente Bertoldo.
Tenemos transmisiones todo el día, pero sólo de noche se puede elegir y eso con cuidado. No te ocurra, lector, un percance.
Hace pocos días escuchábamos, en casa, durante la cena, la formidable lata de la más potente estacion, y de pronto lo siguiente:
«El distinguido tenor Aldo Rossi cantará la canzoneta napolitana… vestido con tul de ilusión, ligeramente recogido».
Dí un brinco ¡será posible! ¡tan liviano de ropas en invierno!
La cabecita rubia de la mimosa de la casa, asoma a la puerta: «He cambiado de onda, esa bendita canzoneta me tiene aburrida: escuchemos modas».
Y al explicarse el acoplamiento resuena la formidable carcajada.
Se habla mucho de trusts. Ellos encarecen la vida en forma abrumadora y es justo que se les tema como al dragón de la fábula.
Un día, muchos días, la voz del éter transmitió una noticia alarmante: los fabricantes de aparatos radio formaban un trusts, que ahogaría sin duda, no solo a la incipiente industria nacional, si que también a los comerciantes y aficionados. Y surgió el toque de llamada: iAlerta argentinos!
Se dijo que no se venderían válvulas, que se perseguiría la fabricación nacional, que se impedirían las transmisiones y la voz del Presidente Alvear quedó en el Congreso. No sabemos si son argentinos, los que así molestan!… se dijo. Y yo pensé, convencido: ¡Es la mano que aprieta!
Pasaron los días, se aclaró el horizonte, y la fiera terrible no era dragón. Como el buey de nuestros campos quería trabajar y prestó el inestimable concurso de su fuerza para tirar del arado. Y ahora me digo: ¡Es la mano que afloja!PLUMITA.
Nota: La viñeta es ilustración circunstancial, de un aviso que aparece en la misma publicación.

