«La Tropilla de Huachi-Pampa», fue el primer programa radial folclórico de gran impacto nacional en Argentina y su éxito se amplió al Río de la Plata.El 7 de octubre de 1940, la porteña Radio El Mundo ponía al aire un ciclo inédito, que marcó un hito en la radiofonía argentina, que transitaba por entonces su década de oro: un programa de música folclórica, realizado por un grupo del interior del país, que se convertiría en el primer programa radial de su tipo, con enorme repercusión nacional. El envío en cuestión se llamaba El Fogón de los Arrieros, el grupo que lo hacía era La Tropilla de Huachi-Pampa; y el mentor, animador y guionista era nada menos que Buenaventura Luna, nombre artístico del huaqueño Eusebio Dojorti.

El fogón de los arrieros, en 1940, fue el primer programa radial de música folclórica de gran alcance nacional, en Argentina, pergeñado y dirigido por Buenaventura Luna (extremo izquierdo). (Fuente Diario de Cuyo)
Según testimonian los archivos, el combo telúrico creado por Don Buena -del que él era director y arreglador, y por el que pasaron figuras de la talla de Antonio Tormo, Diego Canales, Remberto Narváez, Alberto Landa, José Báez y el Zarco Alejo (Castorina), entre otros- debutó en 1937 en la antigua Biblioteca Nacional, en Buenos Aires. El 1 de octubre de ese año -tiempos de jazz y de rumba- fue invitado a cantar a Radio El Mundo por Pablo Valle, otro pionero.
«La Tropilla de Huachi-Pampa ya se encuentra en Buenos Aires y comenzará el mes entrante a alternar en los programas de LR1 Radio El Mundo. Muy pronto conoceremos, pues, una auténtica expresión del folclore huarpe, a través de las sencillas descripciones de Buenaventura Luna, ilustradas por los cantores y guitarreros que integran su Tropilla», anunciaba la revista Sintonía.
Fue tal la roncha que hizo en su presentación, que la radio creada en 1935 por Jaime Yankelevich, decidió incorporarlos como un envío estable, que se prolongó durante tres años -el primero con contrato exclusivo de cigarrillos Caravana-, desde el 40 al 43.
«Vallecito», «Entre San Juan y Mendoza«, «Puentecito de mi río», «Cantar de los arrieros» fueron algunos de los temas que desgranó la Tropilla -que en paralelo realizó algunas temporadas en Radio Oriental del Uruguay-; alternando con una suerte de radioteatro, con libretos de Buenaventura (que escribía por las noches, junto al mate cebado por su compañera Olga Maestre) y donde actuaban otras figuras, como los hermanos Navarrine.
En 1942 Tormo, Narváez y el Zarco Alejo dejaron la Tropilla. Dojorti los reemplazó con «La Paisanita» Ángeles del Castillo y con el dúo Las Serranitas, y así continuó en el aire (esa nueva Tropilla también hizo Las coplas del gaucho pobre, otro programa de Luna que emitió El Mundo).
«Del final del conjunto y del ciclo es muy poco lo que se sabe, como no sea que ambos quedaron a partir de 1946 en manos de Báez. La Tropilla grabó otro repertorio muy distinto al de Luna. Y del Fogón, se sabe que no prosperó», contó a DIARIO DE CUYO Carlos Semorile, nieto y biógrafo de Dojorti, quien en su libro Olga y Eusebio, relaciona el final con un tironeo entre Dojorti y Aloé, funcionario clave del gobierno de Perón (a quien Eusebio adhería, aunque sin militancia, tras su paso por el cantonismo y por su propio partido, la Unión Regional Intransigente).
«Es muy probable que dicha enemistad le hubiera impedido conseguir aire para sus audiciones. Y probablemente haya sido éste el motivo por el cual en 1948 volvió a trabajar en las radios sanjuaninas (Entre mate y mate… y otras yerbitas)», agregó Semorile desde Buenos Aires.
No obstante, Buenaventura Luna y su obra -marcada por la difusión de la música argentina, del «canto perdido’- ya estaban instalados. No por nada el estudio principal de Radio Nacional (la vieja Radio El Mundo) lleva su nombre.
«El éxito no ha sido casual. El material básico de Buenaventura Luna fue honradamente concebido y realizado. El gaucho, su vida y sus andanzas, justamente enfocados, tenían la humana pureza de la sencillez y de la verdad (…) Así fue como «El fogón de los arrieros» se adentró a galope tendido en el corazón de los oyentes.
«Debemos agradecer a los oyentes el favor de su atención y la cuantiosa correspondencia de aplauso con que nos honraron. Y también debemos pedirles disculpas si aun no se ha contestado toda esa correspondencia. Y, al mismo tiempo, que nos perdonen por la renuncia sistemática a recibir visitas durante la transmisión».
Ese hermetismo se debió al deseo de mantener el encanto imaginativo, el ensueño del oyente, que frecuentemente suele desvanecerse después de ver la acción dentro del estudio».
Se despedía «El fogón…» en diciembre del 40, tras el primero de tres cortos pero intensos años de radio, que le valieron a Luna un lugar en la historia del folclore y de la radiofonía argentinos. (¹)
Y no sólo actuaron en CX12 Radio Oriental, de Montevideo, sino que también lo hicieron en CX30 Radio Nacional.
Gracias a un hallazgo de nuestro buen amigo el Dr. Ricardo Paredes Quintana, investigador de la historia de la radio chilena, que visitó nuestro país recientemente para brindar su conferencia «Cuando Chile era Radio: 1922-1944», en la Junta Departamental de Montevideo, conjuntamente con el Primer Museo Viviente de la Radio y las Comunicaciones de Uruguay «Gral. Artigas»; dando vueltas por la muy montevideana y tradicional «Feria de Tristán Narvaja», encontró esta tarjeta, que dataríamos del periodo 1942-1946:
Fuente:
Archivo del Dr. Ricardo Paredes Quintana, Chile, imagen cedida gentilmente.
Diario de Cuyo, Argentina