CX3BZ y el FTchoto

En la quietud de la noche, un radioaficionado,
Amante del Morse, en su arte consagrado.
Exploró los modos digitales, nueva senda a trazar,
Donde la red global se entrelaza, un vasto mar.

En la pantalla brillaba el JTDX, misterioso y fiel,
Dominaba el programa, aunque algunos colores le eran papel.
Una madrugada de Navidad, el desafío encaró,
Con la antena endfed, al pasto se lanzó.

Por la ventana, al abismo se deslizó,
Sin testigos, en la noche se enlazó.
Con disimulo, sigilo y determinación, la extendió,
Hacia el firmamento, su señal proyectó.

En el éter, buscó su espacio en 20 metros,
Pero al inicio, la potencia fue un secreto.
Micrófono y Windows, un baile de configuración,
Hasta que al fin, rompió la barrera de la conexión.

Japoneses, europeos, la Isla de Santa Helena, apareció
Desfilaron por su alcance, como estrellas en escena.
Pero efímera fue la ilusión, esa conexión se esfumó,
Bajo la lluvia amenazante, el anhelo se diluyó.

Sin mucha emoción, con ojos cansados y garúa en el aire,
Desarmó el irradiante, despidiendo la onda efímera.
La experiencia servida, aunque la adrenalina en Morse latía,
En el silencio de la noche, solo quedaban ululantes melodías.

En el vasto silencio, entre silbidos y murmullos lejanos,
Se sintió acompañado, entre compañeros lejanos.
El radioaficionado, en su búsqueda persistente,
Dejó en la noche su huella, su historia, su corriente.