«Héctor Di Menza, un viejito de melena blanca ondulada. Uruguayo, 90 años, coleccionista de discos de pasta, películas mudas, fonógrafos y victrolas, que además todavía repara y los reconstruye con piezas originales».
«En esta nota con «De fogón en fogón», cuenta sus orígenes como repartidor de hielo, taximetrista y luego feriante en la Feria de Tristán Narvaja durante 40 años».
«Nacido en Montevideo, el 12 de noviembre de 1925, Héctor Di Menza ha dedicado la mayor parte de su vida a la colección, reparación y venta de objetos de antaño.
Habilidoso y puramente autodidacta, es uno de los mejores técnicos en el rubro.
Hacia 1940, atrapado por su gran pasión cinematográfica, comienza junto a E. Spalla, a realizar funciones de cine ambulante recorriendo los barrios de Montevideo en una Hudson del 30.
«Santa Paula Film» funcionó durante años llevando el cine a barrios montevideanos. Posteriormente continuó con la tarea de forma individual.
Poco despues, Di Menza se introduce en el deslumbrante mundo de la fonografia, comenzando a coleccionar una gran cantidad y variedad de artículos de importante calidad y contenido histórico.
Con una trayectoria de mas de 40 años en la feria de Tristán Narvaja, exponiendo, refaccionando y vendiendo, hoy cuenta con numerosos objetos relacionados a la cinematografía y discografía, incluyendo fonógrafos, victrolas, proyectores, filmadoras, copiadoras y una importante cantidad de otros artículos».
Un Museo escondido y personal
(Entrevista publicada en la Revista TangoDanza No. 50 – Abril/Mayo/Junio, Alemania 2012).
Abre el portón del jardín -de una modesta casita de un barrio obrero de un Montevideo con calles muy arboladas- un viejito de melena blanca ondulada.
Uruguayo, 86 años, coleccionista de discos de pasta, películas mudas, fonógrafos y victrolas, que además todavía repara y los reconstruye con piezas originales.
“Es al fondo donde tengo todo, pasen”, nos dice al fotógrafo Daniel Machado y a mí.
Atravesamos un largo y angosto pasillo al aire libre hacia los fondos de una vieja casita donde ladran perros y árboles frutales dan perfume al lugar, que parece todavía en construcción por bolsas de escombros a los bordes.
En un hueco de la casa se herrumbra un coche de los años 30 cubierto de polvo y telas araña.
“Cuando yo compré este rancho, un amigo me presto unos pesos, era como en los años 40; después fui reformando y agregando piezas yo solo, por eso algunos pisos se me hunden”.
Nos tiene preparada sus joyitas de colección de 78 revoluciones en una mesa, al aire libre.
“¿Ven estos discos?. Tienen la marca del angelito rojo, son los que más valen, luego viene el amarillo, el negro y el marrón. Eran ediciones limitadas según el color… algunos están grabados de un solo lado”.
Nos invita a entrar a la primera pieza, chiquita, encerrada, pisos de cemento, ladrillo a la vista, paredes húmedas y agrietadas, abarrotada de estantes con discos viejos, envueltos en bolsitas de nylon blanco y un cartelito indicando su contenido.
Orgulloso de su colección nos conduce por laberintos de estantes polvorientos llenos de latas de películas y discos hasta el techo. Luego otra puerta, y otra piecita.
Es una aventura en un museo secreto y personal.
“Debo tener entre 12 y 14.000 discos acá”.
Es difícil transitar por el lugar, pasamos en fila india, de a uno, entre estanterías irregulares caseras, con cuidado de no tropezarnos, porque el piso tiene fuertes desniveles. Estamos maravillados de tanta cosa que nos muestra en la semi penumbra y agachados por tanta cosa que cuelga.
Noto que alguno de esos discos de pasta tienen el borde chamuscado, como derretido y pregunto por qué.
“Tenía muchos más discos pero se me quemaron”…
(baja la voz)
“Hace un par de años, día de Navidad, una cañita de fuego artificial se metió por la ventanita de una de estas piezas y prendió fuego el barniz, gasoil, material de lustre y otros materiales que uso para limpiar victrolas.”
Con un tono más grave confiesa:
“Perdí como 70.000 dólares en discos de colección, una vieja máquina de proyección de cine del 1900, algunas pocas películas de nitrato, reliquias y varios fonógrafos que tenía acá”…
Yo pensé que volaba toda la manzana del barrio si me agarraba el fuego esta otra pieza donde tengo todo el resto de los discos y películas mudas de nitrato, pero por suerte entre los vecinos y los bomberos pararon el fuego a tiempo”.
Es una familia modesta los Di Menza.
Vive con su hija y dos nietos. Se sostiene por las pocas cosas que está dispuesto a vender. En general no quiere vender nada, pero ahora dice que esta como obligado a hacerlo, porque asaltaron a su hija en la calle y le robaron el sueldo y el aguinaldo de fin de año.
Héctor Di Menza fue vendedor de feria. Durante 40 años tuvo su mesa en la vereda de la Feria de Tristán Narvaja -el mercado de pulgas más largo y tradicional de los domingos en Montevideo-.
Es una máquina de hilvanar recuerdos, dispara con una velocidad inusitada anécdotas, datos de músicos, años, grabaciones de ediciones de discos, fechas deportivas, precisiones de films mudos. Sabe cada marca de victrola, de que país viene. Es capaz de decir el año de fabricación de cada fonógrafo.
Nos cuenta hasta el tipo de madera con que fueron hechos. Sabe, en muchos casos, quién fue el dueño de cada aparato, cuanto lo pagó o cuánto le ofrecieron. Muchos de los que tiene amontonados jamás los quiso vender. Goza con tener todo ese museo acumulado y apiñado, recorrerlo y contarlo.
Es difícil seguirlo, es como una Wikipedia parlante, simpático, parlanchín, usa muchas expresiones del castellano uruguayo ya casi en desuso.
Va tomando confianza y en el recorrido de su laberinto de colecciones, un objeto va encadenando al otro y allí las historias se enlazan y son apasionantes. No entra cualquiera en ese mundo, selecciona prolijamente quien lo visita con la mirada atenta de su hermosa hija.
Los ojos no nos dan para abarcar todo lo que hay allí apiñado, amontonado.
Daniel Machado hace esfuerzos notorios para que las tomas fotográficas puedan abarcar esos laberintos de rollos, cintas, discos, grabadores, victrolas. Tenemos que tener cuidado de no golpearnos las cabezas ya que las piezas van siendo cada vez más bajas, laberínticas y mucha cosa cuelga de los techos.
“Ya de niño me encantaba el cine, compraba y vendía películas.
Cuando tenía como 20 años me compre una camionetita y daba cine de 25 mm por los barrios. Se llamaba “Santa Paula Films” mi camioneta. Tenía dos socios, que recorrían las panaderías y los almacenes y ofrecían reclames en distintos barrios, nos pagaban 10 pesos por función, era mucha plata. Durante la función, interrumpíamos con el micrófono y decíamos “el mejor pan es de don Victorio, de acá enfrente” El proyector estaba en la camioneta y poníamos una tela blanca grande en la vereda de enfrente, algún vecino nos tiraba un cable de electricidad y así dábamos 3 o 4 películas por noche en cada barrio. Cortas: películas de Chaplin, canciones de Gardel y algún dibujito animado. Duraba una hora cada función, ya sabíamos los barrios donde habíamos conseguido avisos y allá íbamos eran 4 o 5 funciones por noche. Decíamos por ejemplo: “Este dibujo es gentileza de la Panadería Giménez”.
Señalamos un estante lleno de polvo y con montañas de latas de películas:
“Acá tengo todas las películas de Cristiani. ¿Sabe lo que vale?, yo en menos de US$ 1.500 no los vendo”.
Ignorante de la materia yo le pregunto, quién era esa persona.
“Ese era un caricaturista nacido en Italia a en 1896 y que vivió toda la vida en Argentina, fue el primer dibujante de largometrajes de animación sonora en el mundo”.
Un cartelito sobre una lata de film herrumbrada dice “Yolanda Labarden”.
Lo señalamos y Di Menza con entusiasmo apunta:
“esa es la primera actriz argentina del cine sonoro, yo tengo varias películas de ella acá, son de 1923 y 1924.”
¿Ud. tiene muchos discos de tango aquí, verdad?.
“Discos viejos 78 de tango tengo a patadas. Yo me peleaba en los remates para comprar esos discos. Sobre todo en Gomensoro y Castells -la más vieja de las casas de remate del Uruguay fundada en 1835- Acá en Uruguay siempre aparecen joyitas, como Caruso editado en angelito celeste.”
¿De Gardel tiene muchos discos de pasta?.
“A mí me faltaban 28 discos para tener la colección completa, y con el incendio de aquella Navidad lo perdí casi todo. Me quedan ahora unos 300. Están todos en ese estante.
No sé bien cuantos son en total, pero cerca de 800 discos sacó Gardel en 78 revoluciones.
Yo no tengo catálogo, hago todo a pulmón”.
Vendedor nato, acopió mucho mediante el trueque.
“Vendíamos de todo, cambalache en la vereda, camas, mostradores, radios viejas, los primeros grabadores, cosas de cine y victrolas. Fui el único.
-¿Hizo plata con eso?.
-“Y si, fíjese que les vendí hace unos años por 21.750 dólares a unos españoles de San Sebastián, 10 fonógrafos de corneta, 2 victrolas de valija, una filmadora antigua alemana de 1909 funcionando, un grabador de alambre que andaba. Llegue a tener 11 de esos grabadores, me quede 3 para mí.”
¿Dónde compraba todo esto?.
“En las casas particulares, en los remates, gente que me llama que tiene cosas, muchos del interior del país.”
“Acá tiene una Hudson del 1930, igual a la que usaba yo en mi camioncito.
Este es un fonógrafo de 1906, todavía anda. Nunca hubo nadie en el Uruguay que arreglara fonógrafos o victrolas como yo.
Esta es una radio RCA de 1928, prende y anda fenómeno. La radio que está ahí abajo es una Atwater Kent, de 1920; tiene un volumen bárbaro y tiene todas las lámparas funcionando, trabaja con un transformador 110 afuera”.
“Miren muchachos, la antigüedad número uno es el fonógrafo de corneta, no hay jarrón por más valor que tenga que tenga decoración de un fonógrafo. Fíjese las películas inglesas o de cowboy de los años 30 siempre muestran estas cornetas de fonógrafo decorando las escenas”.
Hugo Fattoruso y su hijo Cristian en la feria.
«En la feria de Tristan Narvaja, en la punta, esquina la Paz, mirando una de las tantas magias que hay en Uruguay. El reconocido músico Hugo Fattoruso, hoy entre la vitrola y el iPod». (Publicado por Arturo Prendez, en You Tube, el 13 de octubre de 2008).
Fuentes:
- «De fogón en fogón». You Tube.
- «Héctor Di Menza Antigüedades», su página en Facebook.
- Entrevista publicada en la Revista TangoDanza, No. 50 – Abril/Mayo/Junio, Alemania, 2012, por Roberto Saban.
- «Coleccionistas de Tango en Uruguay», galería fotográfica de Daniel Machado, Uruguay.