1922: La radioafición en Buenos Aires, según un visitante extranjero.

Adrian Jones, (M.I.E.C.) un ingeniero eléctrico inglés, visitó Buenos Aires, Argentina hacia 1922. Y narró para la publicación «Wireless World», de marzo de ese año, sus impresiones sobre el estado de la telegrafía inalámbrica de aficionados en esta ciudad.

Despues de caracterizar a este país del sur de América, destacando su importancia y su tamaño (2300 millas de longitud, 900 millas en su ancho mayor, equivalente a un área de un millón de millas cuadradas); habitado por más de ocho millones de habitantes, de los cuales un millón doscientos mil vivían en Buenos Aires;  señaló, además, las otras ciudades importantes: La Plata, Bahía Blanca, Rosario, Córdoba. Sus vías férreas totalizaban en ese entonces 22.000 millas de extensión.

Buenos Aires, siendo la capital, era el nodo más importante donde se asentaban las radiocomunicaciones, pero el asunto no era desconocido en Rosario y Bahía Blanca, según narra.

Continúa con interesantes comentarios:

blockquoteEl permiso para la instalación de estaciones receptoras de aficionado es obtenido muy fácilmente; en mi caso particular tomó exactamente 10 días desde el momento en que presenté mi solicitud hasta el momento en que me fue otorgada la autorización.

Los permisos para trasmisión, en tanto, también son liberalmente otorgados. No hay restricciones en cuanto a circuitos. Uno puede usar cristales o válvulas, como desee y pueda y el tema de las antenas receptoras osciladoras aún no ha recibido mayor atención.

A la izq: estación de radioaficionado del Sr. Guillermo Guntsche, en la estancia «La Guardia», distante 130 km de Buenos Aires. Arriba a la der.: el radioaficionado Juan Quevedo, y su señora esposa, manteniendo una conversación radiotelefónica. Abajo en el círculo: en la casa del Sr. Rafael Mastropaolo, escuchando una audición de ópera por medio del «teléfono de alta voz». (Fotos publicadas en «Caras y Caretas», Buenos Aires, Argentina, 1922).

La reglamentación permite a los aficionados usar como máximo 50 vatios de potencia y efectuar sus trasmisiones por debajo de 300 metros de longitud de onda; pero, recientemente, han habido signos de que tales disposiciones tuvieran ciertas restricciones, en el sentido que el uso de arco voltaico o chispa sea prohibido, y que la longitud de onda empleada para la radiotelegrafía no perjudique a las estaciones oficiales.

De todas formas, no se puede ser totalmente optimista en este asunto, ya que he escuchado que el entusiasmo de algunos aficionados, ha eclipsado de alguna forma su respeto por la Ley, y el territorio más allá del límite de los 300 metros ya ha sido traspasado.

Las autoridades, naturalmente, mantienen el ojo atento aquí y no permiten que los aficionados violen las reglas, y hasta el momento la situación no es muy clara.

Considerable dificultad se ha experimentado en conseguir aparatos, una pequeña cantidad de partes de origen norteamericano e inglés se han recibido en la plaza. Y recientemente una pequeña cantidad de materiales de origen francés ha hecho su aparición, pero los precios son bastante altos, probablemente debido a los impuestos de importación que se hallan entre un 40 y 45% de recargo.

Una cierta cantidad de aparatos son manufacturados localmente, pero también son costosos debido al alto precio de la mano de obra y al hecho de que no hay suficiente número de unidades fabricadas para un funcionamiento útil de las mismas.

La primera válvula que conseguí fue una Marconi americana, de prestación «liviana». Una firma comercial recibió seis en un día y tuve la fortuna de conseguir la última que les quedaba. Esto fue a las 24 horas de entrar esa partida y me costó aproximadamente el equivalente a £3. A la presente tasa de cambio monetario, el precio es aún mayor. Y el mismo tipo de válvulas de mayor prestación está a unas £4. Un stock medianamente bueno de válvulas francesas, tipo R se esperan recibir, son de buena calidad y costarán unos 25 peniques, pero tengo oídas de que dentro de poco, habrá existencia de más baratas aún, o quizá de inferior calidad por el equivalente a 10 peniques.

El Teatro «El Coliseo», donde una estación trasmisora de telefonía ha sido instalada por radioaficionados.

Dieciocho meses atrás, una estación trasmisora de aficionados ha sido puesta en uno de los teatros, «El Coliseo», y durante las dos últimas temporadas, aquellos que poseyeran receptores adecuados, pudieron escuchar ópera italiana de primer nivel, y conciertos y recitales de los mejores músicos del mundo.

El caballero que ha mantenido estas trasmisiones en funcionamiento ha recibido el beneplácito de todos los aficionados aquí.

En las tardes, uno puede escuchar, de vez en cuando, tres conciertos trasmitidos por gramófono y la emisión de El Coliseo, todas al mismo tiempo. y sintonizando, ajustando el condensador de sintonía o los variómetros, sea como sea el caso, puede uno elegir el programa de su interés.

Sintonizador de Onda Corta.

Otros dos teatros están siendo equipados con aparatos trasmisores, y recientemente la Municipalidad ha otorgado un presupuesto equivalente a £1.000 para el Teatro Municipal, El Colón. Se dice que su potencia ha de ser de 400 vatios, así que la población de Buenos Aires podrá recibirla con antena de cuadro, obviando así la necesidad de erigir antenas exteriores.

Es evidente que la radioafición ha recibido aquí gran atención, hecho que es algo diferente a la historia que se puede conocer de lo que sucede en algunos países europeos. Y no puedo dejar de mencionar una anécdota en este sentido: Cuando estuve en Londres, en 1919,  traté de adquirir un cristal de galena a una conocida firma. Y para mi sorpresa, me fue requerida la autorización que otorgaba la licencia oficial correspondiente, que por cierto no poseía, ni tenía tiempo de conseguirla, pues me aprestaba a partir a Sud América en pocos días. Claro, eran tiempos de restricciones debido a la Guerra, las que se imponían.

Circuito del sintonizador de Onda Corta.

Aquí en Argentina, el asunto del «wireless» también fue un tanto peligroso durante el tiempo de guerra, así que me decidí a conseguir una galena con cierta temeridad.

Vaya sorpresa fue el constatar, que ante la sugerencia de un amigo aquí, para concurrir directamente a la Estación Oficial de la Armada, a ver cuál eran los requisitos que permitían el usar un cristal de galena, el más cortés funcionario, no sólo me brindó las máximas facilidades para la obtención del permiso oficial, sino ¡que me ofreció una piedra del mejor cristal de silicón que he tenido en mis manos!.

El capitán de Fragata Luis F. Orlandini, fue el primer Presidente del Radio Club Argentino. Debe tenerse en cuenta que la Armada argentina fue la primera institución en interesarse por las telecomunicaciones inalámbricas. Fue precisamente el Comandante Orlandini quien atendió tan gentilmente al ingeniero inglés.

Sintonizador de Onda Corta.

Recientemente, ha tenido lugar una reunión preparatoria a los efectos de formar el Radio Club Argentino. Y juzgando por el entusiasmo manifestado por los 70 aficionados presentes, quienes votaron  por aclamación para el puesto de Presidente, a ese mismo caballero tan gentil mencionado anteriormente, el porvenir de la institución parece ser venturoso. 

En relación a las condiciones para la radio recepción, debo decir que estoy ubicado en un lugar no muy conveniente, que está a 30 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, para lo cual me toma dos horas viajar de y hacia la ciudad. El servicio de ferrocarril es muy pobre, así que ir al teatro es impracticable. Por ello más se aprecia escuchar música de ópera, cuando uno vive en un lugar tan inaccesible.

Receptor portátil, capaz de sintonizar desde 300 a 1.700 metros de longitud de onda.

Tengo dos sintonizadores de Onda Corta, construidos en forma casera, uno con el circuito que apareció en el más reciente libro de Scott-Taggart. El otro, es con variómetro, similar al descrito en el número de abril de  1921 de «Wireless World», pero con los condensadores de acoplamiento, de escape de grilla de la válvula y en los teléfonos fijos.

Recibo al Teatro Coliseo, con 10 vatios, con una válvula; y el otro día, escuché una música de gramófono desde un lugar a 100 kilómetros de Buenos Aires, con la ayuda de un amplificador de baja frecuencia de tres válvulas y una antena precaria, (el trasmisor carga en ella sólo 0.4 Amperios). A menudo, me he preguntado por qué se experimenta tan poco en Inglaterra con variómetros. Son realmente excelentes para trabajar en Onda Corta, con circuitos sintonizados en configuración por ánodo.

a) Condensador Billi. b) Llave para la segunda y tercera válvula. d) Llave paralelo para el circuito ATC. e) Off-switch para L.T. f) Resistencia de filamento para la primera válvula. R) Llave de la bobina de reactancia, dando valor completo ó 1/4. P) Potenciómetro, 800 ohms V) Llave dando 1 o 3 válvulas. T) Manija para el control de la reactancia. A) Manija para el control de la bobina de antena. S1 y S2) Escalas mostrando las posiciones relativas de T y A. L1 y L2) Terminales para las bobinas de carga. 

Esta entrada fue publicada en 1920s, 1921, 1922, antenas, Argentina, Documentos, Inglaterra, Investigación, Los principios, Notas de prensa, Onda Corta, radio, Radio Aficionados, radio de Onda Corta, radio portátil, Radioafición, Radioescucha, radiotelegrafía, Receptores, textos y etiquetada , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a 1922: La radioafición en Buenos Aires, según un visitante extranjero.

  1. Heriberto dijo:

    Muy buen articulo Horacio, muchas gracias por compartirlo

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