Francisco Giordano, «La 1000» de Salto, CX1JA, pionero radioaficionado del Norte uruguayo.

Francisco Giordano es uno de los personajes asociados a los inicios de la Radio en el Uruguay, en este caso del Interior de la República.

Fue un pujante y emprendedor inmigrante afincado en la ciudad de Salto, capital del Departamento homónimo, en el litoral oriental del Río Uruguay.

Italiano de origen, llegó a estas tierras en 1890, cuando apenas contaba 16 años de edad y comenzó su actuación en ésta, con un pequeño comercio.

Estudió en sus ratos libres, la Mecánica y la Química Orgánica e Inorgánica alcanzando conocimientos que fueron decisivos en su vida, y poseía [el conocimiento de] varios idiomas.

Una semblanza biográfica, traducida del texto original en idioma italiano, publicada por compatriotas contemporáneos radicados en aquél «Salto Oriental» de fines del siglo XIX, expresaba:


La modestia debe combinarse siempre con hombres dignos. Giordano es uno de ellos. Habiendo figurado su nombre con honores entre los italianos de Salto, nos costó obtener algunas notas biográficas de él, más por pudor que por otra cosa. 

Nacido en el pequeño pueblo de S. Nicola Arccella, provincia de Cosenza en 1874, a la edad de 16 años, un tío, que fue a Brasil por negocios, lo invitó a acompañarlo, […].

Llegado a Macao, su padre, que residía aquí en Salto, le escribió para que viniera a él y así lo hizo, pero antes de llegar a esta ciudad tuvo que sufrir muchas privaciones que soportó con la tranquilidad de quien teme cuando tiene 18 años, aunque uno no posee ni la sombra de un centavo.

Hizo un poco de todo; pero en su cerebro despierto, la inclinación a la mecánica se declaraba cada vez más firme.

“Al llegar a Salto, dice él mismo, también tuve que luchar con obstáculos de todo tipo, y juntados unos cientos de escudos abrí una pequeña ‘botegga’; pero quien veía en la parte trasera de la ‘botegga’ libros de Física, Química, Electricidad y Mecánica me hubiera tomado por un científico o por un loco; pero yo no era ni lo uno ni lo otro. Tenía sed de conocimiento, quería educarme, eso es todo”.

-«¡Si supieras cuánto valieron para mí esos libros! No sabía francés; pero sí que logré mi objetivo; lo aprendí. Compré herramientas, hice herramientas yo mismo, combiné sustancias químicas, desmontaba relojes, me entretenía con los alumnos de las clases superiores del instituto y así pasé varios años, estudiando, observando, experimentando, desmontando y armando cuantas máquinas caían en mis manos”-

Así me habló Giordano, y creo sinceramente que si este joven compatriota hubiera hecho unos estudios serios, habría sido un mecánico notable.

Arregla relojes con mecanismos más complicados; no hay defecto en las armas de fuego que no conozca y pueda corregir; Giordano, me dice un conocido, ha reacondicionado mi bicicleta; y el doctor A. Salterain, también mi amigo, dijo con entusiasmo: «¡Este gringo es una «monada»! Lo tengo por vecino y he podido apreciar sus aptitudes. En casa se me descompuso el «Angelus», pues Giordano , lo hizo marchar y sonar como antes, después de una breve inspección, aunque se trataba de un aparato musical modernísimo y único en el Salto».

Hoy posee un pequeño taller de relojería y electromecánica en la carretera y mientras tanto completa los preparativos necesarios para instalarse con un variado surtido de joyas, relojes, armas y productos fotográficos.

Deseamos un futuro feliz a este italiano que puede decir con orgullo: «Me levanté solo, luché y vencí con paciencia y perseverancia».

Miembros del Consejo Directivo del Círculo Napolitano en 1902: Presidente, Carlo Abarno – Emilio Abramo, Tesorero, Antonio Loschiavo -Titularesi: Giuseppe Posso, Francesco Lasprovitero, Francesco Andreoli, Raffaele Vece, Francesco Papa. Egidio Imbellomi — Secretario: Francesco Giordano.

Asimismo, en su obra «Salto de Ayer y de Hoy», el memorialista y escritor Eduardo S. Taborda narraba:


Allá por el año 1892 por las calles de nuestra ciudad, “un gringuito” petiso, de genio vivo y de espíritu dinámico, vendía frutas y verduras, gallinas y huevos en dos canastas, ofreciendo, con cierta gracia, en su lengua calabresa, su mercadería de puerta en puerta.

Muy pronto este “gringuito” fué una figura popular en todos los zaguanes del centro de nuestra ciudad y a medida que afianzaba su negocio con una clientela firme y segura, dióle a éste mayor margen, comprando y vendiendo todo aquello que le podía ser útil o negociable.

En las horas tempranas de la mañana se le veía bajo el peso de sus canastas cargadas de frutas y verduras; muchas veces descalzo en los días de lluvia, ofreciendo sus mercaderías a sus clientes y cuando ésta se había agotado produciéndole la ganancia de un buen día, regresaba a su casa abrumado esta vez por la carga de los objetos que había comprado o cambalachado: paragüas rotos, relojes, despertadores, al parecer inservibles, plomo, bronce, viejas varillas de hierro, piezas de máquinarias. de las más diversas y raras, zapatos deteriorados, todo lo que para otros eran cosas inservibles y estorbaban, él las adquiría como a objetos de algún valor y que él las convertía en cosas útiles y negociable.

Y así, con tenaz y valeroso esfuerzo, el gringuito Francisco Giordano hizo en esta ciudad sus primeros pesos y con ellos, se estableció en el año 1896 con un pequeño taller mecánico y un bolichito de almacén y venta de verduras y frutas.

Este tallercito fué, por decirlo así, una enciclopedia de la habilidad, en él se realizaban los más diversos y raros trabajos; para Giordano le era igual arreglar una máquina de coser, ponerle tela a una sombrilla o paragüas, hacer marchar un reloj, que ponerle una media suela a un par de zapatos.

Muy pronto Giordano creó fama de mecánico hábil e inteligente y un buen día el gringuito tuvo oportunidad de demostrar con orgullo los puntos que calzaba su inteligencia.

El primer piano automático que llegó a Salto, casi enseguida que esta maravilla de la mecánica aplicada a la música se conoció en las capitales rioplatenses, fue uno que adquirió el Dr. Alfonso de Salterain, viviendo éste en la calle Daymán casi esquina Sarandí. Este piano fué la admiración y curiosidad de los numerosos amigos del Dr. de Salterain, quien para complacer a éstos, que querían conocerlo y oirlo, era necesario tenerlo constantemente en funciones.

Un día falló un resorte y enmudeció obstinadamente, planteándose un grave problema por falta de técnicos competentes.

La trascendencia y valor del aparato lo hacían intangible a las manos de aquellos que podían intentar su compostura y entonces el Dr. Salterain llamó al italianito petiso, vivaracho y estudioso,, que a pocos pasos de su domicilio —hacía de mecánico, relojero y otras etcéteras— y le recomendó la compostura de la pianola.

El italianito no entendía nada de música, pero tenía talento y una fuerte voluntad. Desarmó el aparato y descubrió el origen de la falla y lo restauró satisfactoriamente en breves instantes y es así que la fama de Giordano se afianza y se expande en nuestra ciudad.

Todos los días en su taller hay alguna novedad y todos los días también se le veía con un libro nuevo de química, de física o de versos, discutía con algunos raboneros del Instituto Politécnico que se refugiaban en el modesto taller para seguir de cerca los “inventos del gringo”.

Horacio Quiroga. Luis Thévenet, Augusto Gozalbo, Pablo Muñoa, los Salterain, Carlos Princivalle, eran los infaltables de todos los días y con quienes Giordano tenía mayor satisfacción de discutir y plantear sus convencimientos y puntos de vista sobre física, química y literatura y a medida que su taller se ensanchaba y sus conocimientos y teorías maduraban, Giordano fué creándose una bien nutrida y seleccionada biblioteca, en la que, junto a los tratados experimentales de mecánica, química y física, se encontraban libros del Dante, de Cervantes, Stechetti, Petrarca, Bocaccio, Homero, Milton, Virgilio, Shakespeare y de otros de la misma alcurnia.

En este clima moral e intelectual Giordano se moldeó una psicología dulce, que aunque encerrara la idea vindicadora de transformarse en un factor social, era justa y honesta porque es justo y honesto todo aquello que va contra los males sociales que azotan al mundo.

Es interesante detener precisamente aquí la lectura de Taborda, para enfocar por un instante la influencia que Giordano, y ese ambiente en su taller pudo tener en la vida del insigne escritor, cuentista, dramaturgo y poeta, Horacio Quiroga. (Salto, Uruguay; 31 de diciembre de 1878-, Buenos Aires, Argentina; 19 de febrero de 1937), autor modernista de, entre otros «Cuentos de amor, locura y muerte» (1917).

Las siguientes dos crónicas de prensa, dan cuenta de ello:

Continúa Taborda, refiriéndose a las experiencias radiotécnicas de Francisco Giordano…


No era un autómata ciego de su pasión; no era esclavo de sus propósitos, aferrado a materializaciones arbitrarías; su espíritu saturado de romántica poesía era un bello espíritu radiante de luz y de color.

A él le debe Salto y la República el primer aparato receptor de las ondas hertzianas.

En el año 1913 con un sencillo aparato, construido por él mismo, recogió los mensajes invisibles del éter atraídos por la antena.

Y a su talento, también se debe, la construcción, en el mismo año de 1913, de uno de los primeros trasmisores de la voz humana. Fué él, quien conjuró en lo que le fué posible, por la perforación mecánica el peligro de la sequía en muchos de nuestros establecimientos rurales, emprendiendo entre el descreimiento y la desconfianza de mucha gente de nuestra campaña una cruzada salvadora.

En su taller fueron realizados, los primeros trabajos de galvanoplastia conocidos en nuestra ciudad.

Anuario de Salto, 1915.


A él se le debe la difusión de los recursos que la mecánica ha creado para la colaboración en las industrias; él impuso contra las tendencias retardatarias y contra prejuicios de la ignorancia, las esquiladoras mecánicas que resolvieron para las faenas de las esquilas, el problema de la rapidez y perfección del trabajo y la carestía e idoneidad del personal.

Giordano fué un hombre útil al Salto; útil no solamente desde el punto de vista de su personalidad tan rica en facetas de una creación expontánea sino por su claro talento dinámico y contagioso entusiasmo de gran trabajador.


Como recuerdo de él quedan muchas cosas nobles que perdurarán como ejemplo para nuestras futuras generaciones.

El hermoso edificio, de dos pisos, en el que funciona esta Broadcasting por la cual hoy lo recordamos con cariño, fué ideado y mandado construir por él como homenaje a nuestra ciudad que supo de sus penosos días amargos y de los claros y radiantes en que su esfuerzo alcanzó el triunfo de una posición desahogada y respetada.

Primer trasmisor de CWOI, Radio «Tribuna Salteña». Potencia 50 W. Posteriormente en pasó a ser CW23 Radio Cultural, de Salto.

Francisco fue hijo de Domingo Giordano. Lanzó Radio «Tribuna Salteña», con José Armando Invernizzi y Horacio Tafernaberry, que luego pasaría a denominarse Radio Cultural. Trabajó en Radio Carve de Montevideo, un año.

Continúa Eduardo S. Taborda en su libro «Salto de Ayer y de Hoy»:


El Sr. Francisco Giordano nació en el año 1874 en San Nicola de Arccella, Provincia de Cosenza.

Vino a Salto a la edad de 18 años en el 1892 y murió el día 26 de Setiembre de 1926 a la temprana edad, puede decirse, de 52 años.

Un episodio de la vida de Giordano que nos habla con elocuencia del esfuerzo e inteligencia en que moldeó su recia personalidad es el siguiente.


Cuando resolvió éste la construcción del edificio a que se hace referencia en esta crónica, él fué quien ideó y ejecutó sus planos y realizó el cálculo de la resistencia de los materiales a emplearse y con ellos se trasladó a Buenos Aires para que en los grandes Talleres Siderúrgicos del Sr. Pedro Vasena fueran ejecutadas todas las obras de hierro y acero que se emplearían en el edificio.

Una vez Giordano en Buenos Aires se entrevista con el Sr. Vasena y exponiéndole el motivo de su visita que es el de realizar en sus talleres las obras en acero y hierro para su edificio, le hace entrega al Sr. Vasena de los planos, memoria descriptiva y cálculos.

Éste los examina y después de un breve cambio de palabras de orientación y cortesía comercial, el Sr. Vasena le dice a Giordano que esos planos y cálculos tienen, para ser aceptados por la Casa, que ser sometidos a estudio por sus Ingenieros, que vuelva para su contestación, algunos días después.

Cuando éste vuelve por la opinión de los Ingenieros, el Sr. Vasenas, sin preámbulo alguno en la conversación entablada, le pregunta. ¿Es Ud. Ingeniero, Sr. Giordano?.

—No, —responde Giordano— soy apenas un aprendiz de mecánica…

Todo el material de acero y hierro empleado en la construcción del Sr. Francisco Giordano, luce la marca de fábrica de Pedro Vasena de Buenos Aires.

Fotocopia de un recibo extendido por Francisco Giordano a la Iglesia Parroquial en 1920, por diversas reparaciones (crucifijo, candelabro, pararrayos), que muestran su gama de actividad. (Fuente: «Suplemento Histórico Cultural 1998, Diario «El Pueblo de Salto», Salto).

En aquellos años veinte, la Guía Radio, de la Editorial Arbó en Buenos Aires, incluía a la estación CX1JA de F. y D. Giordano, con 10 W de potencia, ubicada en la calle Uruguay 635.


Obituario de Francisco Giordano publicado en Revista Telegráfica, Buenos Aires , Argentina, octubre de 1926.

D. Francisco Giordano

En la ciudad del Salto (R. O.), falleció el 18 de Septiembre¹ próximo pasado, el estimado comerciante y conocido industrial señor don Francisco Giordano.

Persona progresista en el más amplio sentido de la palabra, hombre de negocios activísimo supo pronto captarse generales simpatías en la localidad mencionada.

De nacionalidad italiano, llegó a temprana edad a estas tierras donde consiguió a fuerza de una laboriosidad y un tesón digno de encomio, bien pronto una cimentada reputación de verdadero hombre de valer.

Infatigable en su sed de saber, aprendiólo todo a base de propia experiencia y con la lectura de buenas obras, cuyos volúmenes llenaban su gran biblioteca.

Adquirió amplios conocimientos de mecánica, electricidad y arquitectura, conocimientos que supo aprovechar con rara inteligencia en la vida práctica, dando fe tic ello su hermosa casa, planeada y construida exclusivamente por él.

Y fue por esto que don Francisco Giordano buscó para sus momentos de descanso un entretenimiento adecuado a sus actividades predilectas, encontrándolo en su afición por la radiotelefonía.

Aficionado antiguo, comenzó ya en 1910 con el estudio de esta rama de la ciencia eléctrica y siguiendo paso a paso su evolución, llegó a ser uno de los más entusiastas y más preparados cultores do la radio en nuestro país.

Al apagarse ahora para siempre la ex 1000 del Salto, perdemos no sólo al buen amigo y al hombre de progreso industrial, sino que también al más ferviente propagandista y propulsor de la radio en el norte de nuestra república.

Pero ninguno de nosotros que haya conocido personalmente o por vía del éter a esta excelentísima persona, podrá dejar de recordar siempre con gran cariño y aprecio al que en vida se llamara don Francisco Giordano.

Ricardo Lüdecke (hijo).

En 1937, el «Álbum Centenario de Salto», le dedica los siguientes párrafos:


Nota ¹ Existe una discordancia en la fecha de fallecimiento. Taborda señala el 26 de setiembre y Lüdecke menciona el 18 del mismo mes.

Agradecimiento por las fuentes aportadas oportunamente a:

  • Mauro Edison Alves Tavano Da Silva, Salto, Uruguay. In memoriam.
Esta entrada fue publicada en 1874, 1900s, 1910s, 1920s, 1926, Documentos, ephemera, Investigación, Los principios, Notas de prensa, pioneros, radio, Radio Aficionados, Radioafición, radiodifusión, Receptores, relato, textos, trasmisor, Uruguay y etiquetada , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Francisco Giordano, «La 1000» de Salto, CX1JA, pionero radioaficionado del Norte uruguayo.

  1. Rubén Guillermo Margenet dijo:

    Exquisita historia de un ser humano diferente al común y corriente… La frase «Me levanté solo, luché y vencí con paciencia y perseverancia» resume en pocas palabras una vida intensa en conocimientos y sabiduría. Un solo detalle: se relatan dos fechas distintas de su muerte, 26 de septiembre y 18 de septiembre… De todas maneras vale el recuerdo de un inmortal por su enorme legado.

    • Gracias Rubén. Otros hombres, aquellos hombres!. Gracias por la observación sobre la fecha de fallecimiento. Prefiero mantener los dos datos tal cual como están en las respectivas fuentes. E hice una nota al pie, señalando la discordancia. Saludos cordiales!! 73. Horacio Nigro Geolkiewsky/LGDS.

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