«Cantemos a la radio», (J. Tato Lorenzo, CX2AN, Boletín del Radio Club Uruguayo, junio de 1936, Año 1, Nº 1).

CANTEMOS A LA RADIO

POR EL RADIO CLUB URUGUAYO…

¡Hurra por el Radio Club Uruguayo! …

¡Hurra, también, por esta adorable chifladura de la radio que nos convierte en los héroes de las palabras cruzadas por el Éter y a gran distancia, más allá de las fronteras y sin pagar derechos de aduana…

¡Adelante!… ¡Adelante!…

El transmisor -qué es una «papa»- va tendiendo un puente fraternal entre los radio-amateurs de Pan – América.

Hurra por la Institución que favorece con sus gestiones a la radio-afición no haciendo distinciones entre asociados o no, en el mundo de los genuinos y auténticos radio-amateurs.

¡Atención!… ¡Atención!…
El aplauso para quién lo merece… tres hurras más!…

POR LA RADIO CHIFLADURA…

Un hurra estentóreo para la chifladura divina que nos posee e inflama!… por el inmenso bien que ejerce en nuestra vida el amor a la radio, dicha de las esposas querendonas que están interesadas en tener el marido en casa y, desesperación de los vecinos con receptor poco selectivo y barato…

Por virtud de esta noble afición, no tan científica como parece a simple vista, el Bar y el Café no cuentan con el concurso de los radio- amateurs (salvo raras y extraordinarias excepciones) ni van a recorrer las playas para contemplar a las «niñas», transformadas por virtud de la Estación tropical, en adorables bataclanas.

¿Quiénes podrán dudar del beneficio de la Radio-afición, sabiendo que los ases -que un día fueron- de la radio-conversación, son hoy los más «expertos» y los más «hábiles» propulsores que tiene la «radio-comercial y la» radiodifusión»?

La Historia, con sus páginas de oro y de bronce, registrará un día los nombres de los radio-amateurs de otros tiempos, paladines esforzados de la charla aérea, los Sapelli, Paganini, Leduc, Elena, Giorello, Rodríguez, Cardelino, Cánepa, Figueira, Silva, Barlocco y muchos otros triunfadores cuyos nombres no recordamos en este instante…

CANTEMOS A LA RADIO…

Y ahora va en serio, muchachos, que no sólo de bromas vive el hombre!… Cantemos a la Radio, por la influencia superadora que ha tenido nuestra sensibilidad, impulsándonos a buscar relación con nuestros semejantes en una línea de desinterés y de altruismo. La radio nos hizo ciudadanos del mundo, más universales, desarrinconándonos, más humanos en todo sentido. Cabalgando en las ondas herztanas, con la palabra alada y fluida o con los prosaicos puntos rayas, hemos nacido para un nuevo sentido social: la camaradería regional e internacional.

La radio nos ha modificado por dentro, en lo más profundo de nuestra alma convirtiéndonos en exploradores del Espacio, buscando al hombre desconocido a quién queremos brindarle afecto de hermano, prestándonos mutuos servicios, sellando en las palabras un compromiso de futuros hechos.

La afición a la radio, precipitó a muchos hombres al estudio de la electricidad, creando un hábito experimental, aportando nuevos hechos al tesoro de la Cultura humana, dilatando más el horizonte de la ciencia y laborando en favor de una vida creadora y no, en los odios nacionalistas, las luchas egoístas y separadora, el crimen las guerras, reinado de las sombras y de la muerte.

El verdadero radio-amateur, si está soñando con llegar con su voz o con con sus signos telegrafico muy lejos, ello es para hacer oír un mensaje de fraternidad humana, de solidaridad intercontinental, creando vinculaciones individuales primero, que un día han de convertirse en relaciones afectivas de pueblos, hasta formar la humanidad una sola familia, una sola nación.

Cuando el aficionado transmisorista enciende las lámparas en su aparato para iniciar un «llamado general», es como si iniciase un viaje de exploración, y aquél que se cruza en el camino y ofrece por primera vez su conversación, es como si acabará de nacer para nosotros, es un mundo nuevo que descubrimos, un amigo más que conquistamos, una mente y un corazón como el nuestro, que trabaja por la armonía de los hombres y el progreso de los pueblos.

Cantemos, pues a la radio-afición, y no nos avergoncemos de esta noble chifladura, uniéndonos para defender nuestro derecho a existir en el Espacio, con más razón de todas las empresas interesadas, comerciales, explotadoras del hombre.

J. Tato Lorenzo.

(CX-2 AN)


Publicado en el boletín del Radio Club Uruguayo, Montevideo, Uruguay, Año 1, Nº 1, junio de 1936, pág. 16.

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