Antes, para el uruguayo, todo cifraba en tener una lapicera Parker. Después, la moda nos obligó a todos a tener un pilot de plástico.
Ahora resulta que si no andamos con la oreja pegada a una cajita que emite débiles rugidos, se llama radio a transistores y cuesta más que un traje de medida, no somos dignos de nuestros mayores (los de la lapicera Parker y el pilot de plástico). Ahora, todos andamos con la radio. (Uruguay, un país a transistores, Autor : Carlos María Gutiérrez, Fecha de publicación : 1-ago-1960, Biblioteca Digital Anáforas, Facultad de Información y Comunicación, UDELAR, Montevideo, Uruguay).
La población montevideana se divide en dos grupos: los que tienen radio a transistores y los que estamos a punto de comprarla.
Entre muchas subdivisiones, hay dos destacables: gente chiquititita con radios pesadas y antenas espectaculares y tipos enormes que admiran las antenotas pero tienen radios invisibles…
A su vez, los con antena están orgullosos de su posesión, pero aspiran a una más grande, a la cual admiran con toda su envidia y así sucesivamente… pero hay una cosa en la que -no sé cómo- todos están de acuerdo…
Cuando empezaron a venir las radios a transistores, más de cuatro nos hicimos los Nostradamus y vaticinamos una loca e inconcebible carrera por tener la radio más chica de todas.
Sólo que no tuvimos en cuenta que las tales radios, por no ser imprescindibles para nadie, se iban a poner de moda y las iban a necesitar todos…
Y son un elemento insustituíble para hacer pinta, como años ha lo fue el alfiler de corbata.
Yo no sé de nadie que escuchara el alfiler de corbata, pero ¿Ud. sabe de alguien que escuche su propia radio a transistores?… (Carlos María Gutiérrez, Lunes n° 96, Fecha de publicación : 27-feb-1961, proviene de: Librería Linardi y Risso. Aparece en las colecciones: Lunes (1957-) de Biblioteca Digital Anáforas, Facultad de Información y Comunicación, Montevideo, UDELAR, Uruguay).