Juan Carlos Braggio, hijo del famoso radioaficionado Carlos Braggio, logró en las festividades de Reyes del año 1924, desde la ciudad balneario de Punta del Este, en Maldonado, Uruguay, captar por vez primera en suelo uruguayo las estaciones de radiodifusión norteamericanas. Tenía en ese momento 17 años de edad.
Su jugoso relato, narra las aventuras auditivas en esas fechas:
Al llegar a este delicioso balneario, eché de menos este año la presencia del amigo ingeniero Jorge Duclout, en cuya provechosa compañía esperaba continuar las experiencias de recepciones en esta posición estratégica, donde poco molestan las interferencias, excepto Cerrito, que es una verdadera calamidad.
Ing. Jorge Duclout, aficionado, autor, propulsor y divulgador del arte y técnica de la radio telegrafía y radiotelefonía.
¡Que cambio de un año para otro!
A las transmisiones del Coliseo, Carpinacci, (Cármen de Areco), Arechávala, Quevedo, Paz, «las chispas» de Evers, y tantas otras inolvidables, las reemplazan hoy numerosos 50 y 100 watts que con su potencia, parece que han acortado la distancia geográfica que nos separa del terruño.
A la hora de llegar, ya estaba colocando mi antena, de campaña, formada por un hilo de 2 mm. desde la casa a un poste de un semáforo vecino, de 50 metros de largo y orientada de oeste a este.
El receptor traído, de modesta construcción casera, fue simplificado este año, suprimiéndole, por creerlas innecesarias, las amplificaciones de radiofrecuencia.
La caja, de diminuto tamaño, encierra un circuito directo regenerativo a dos variómetros con una etapa de baja. Dos lámparas 190 y auriculares Telefunken forman el equipo de esta Estación de verano.
No debo ocultar la decepción que sufrí al escuchar las primeras estaciones de aficionados de Buenos Aires, cuya onda continua, si bien está en relación con los varios amperes que irradian, no sucede lo mismo con la modulación, que en la mayoría de ellas es muy deficiente.
Si a mi edad, faltándome todavía casi tres años para la conscripción, me fuera permitido dar consejos a los que tienen motivos para que los llamen veteranos de la radio, les diría que es preferible sacrificar los ampéres que marca el amperímetro (y que en muchos casos se quedan en la azotea), procurando obtener la modulación adecuada.
Aquí se oyen todas las estaciones de Buenos Aires y de las Provincias, aun las modestas absorciones de 5 watts y 220 volts, y debo confesar que algunas de estas últimas se escuchan en condiciones admirables.
En mi cuaderno de apuntes figuran todas las estaciones oídas, con las observaciones del caso en cuanto a intensidad y modulación, apuntes que mandaré a nuestra estación 366 para ponerlos a disposición de los aficionados.
De las estaciones argentinas, prescindiendo de la 366, a cuyo operador no quiero halagar por razones comprensibles, se destacan Appathie, Stricke, Orfila, Novaro, Correa, Andrade, Bocci, Cattáneo, Guglielmetti, Tiberti, Aragone, Gunther, Colombo, Carnovalli, Bossi, Martí y Mas, Zeballos, Grigera, Brennan, Guaminí, Sarlangue, Nueva Era, y no enumero más por no abusar del espacio que me brinda la Revista Telegráfica al solicitarme esta información.
A mi salida de Buenos Aires, había leído una carta que escribió a mi padre el conocido aficionado chileno señor Antonio Cornish, y entre otras novedades sobre el tema Radio, lo decía que allá hasta los neófitos escuchaban ahora el broadcasting norteamericano de Pittsburg, que había duplicado la potencia.
Yo también, neófito como soy, quise tratar de sintonizarlo y la primer noche, el 6 de enero, sólo escuché dos transmisiones entre la una y dos de la mañana de música y cantos con bastante potencia, sin interesarme mayormente en indagar la procedencia, que supuse argentina, pues lo que buscaba era el broadcasting a que se refería el señor Cornish.
A la noche siguiente vuelvo a escuchar la misma transmisión, y cual sería mi sorpresa al oir con excepcional claridad al final de la música: «Station KDKA transmitting, post studio, midnight program, Pittsburg, Pennsylvania».
La alegría que experimenté en ese momento era menor que la emoción, pues la escuchaba con una intensidad comparable al Grand Splendid o Brusa, y la modulación era algo sorprendente, como jamás había oído otra igual.
Yo que hace 8 meses había oído en Bernal en diversas ocasiones algunas transmisiones de Broadcasting norteamericanas en forma diminuta a pesar de las dos etapas de alta que empleaba, me sentía incrédulo ante lo que llegaba a mis oídos ahora.
Usando detectora sola, pude oir perfectamente todo el concierto, identificando todos los instrumentos que formaban la orquesta, y anotando hasta el nombre de las piezas que anunciaban, a pesar de los estáticos y del acento yankee del vocero que, fonéticamente lo diferencia mucho del inglés.
El fading effect se percibe a intervalos más bien cortos, y cuando la onda llega con el máximo de intensidad se oía claramente en toda la pieza dejando los tubos sobre la mesa.
A las 3, hora uruguaya, terminó la transmisión con el consabido speech anunciando las características de la estación y pidiendo a los oyentes, quieran favorecerlos con un card respecto a la forma y distancia en que habían escuchado. La onda de esta estación es de 325 metros.
Excuso decir que al día siguiente los he complacido, y es muy posible que sea la mía una de las primeras comunicaciones que recibieron con la noticia de que su transmisión se había oído en este extremo del Continente con una claridad maravillosa.
Desde ese día, salvo cuando los estáticos lo imposibilitaban materialmente, seguí escuchando no menos de una docena de estaciones, algunas de poca intensidad y que no fué posible identificar.

KFKX – Hastings, Nebraska, EE.UU. (Fuente).
Se destacan por su potencia la KDKA de Pittsburg (Pennsylvania), la WJAX de Cleveland (Ohio) y la KFKX de Hastings (Nebraska).
De esta última escuché el día 18 una conferencia leída por el doctor Mac Quain sobre el tema «La tumba del Rey Tutankhamon» con datos interesantísimos de orden histórico.
La oía con detectora solamente y no se le perdía palabra, no había fadings, y al terminar anunció que la continuaría en la noche del lunes próximo. Saludó después el conferenciante a algunas personas de New México, South Carolina, Alabama, North Dakota, Montana, Ohio y California.
La onda de esta Estación que el primer día era de 260 metros, se alargó después a 335 metros. Las otras oscilan entre 300 y 500 metros.
La noticia de estas recepciones la propaló entre los veraneantes mi incontenido entusiasmo, y todas las noches después de las acostumbradas fiestas en los hoteles, mi Estación (instalada sobre la mesa de luz de mi dormitorio) era visitadísima, y una noche en que las condiciones del tiempo eran muy favorables, conectando la amplificación de baja, con los tubos sobre la mesa, y aplicándoles una corneta de cartón, se dio el caso de que algunos visitantes se permitieron el lujo de bailar al compás de un shimmy tocado a diez mil kilómetros de distancia.
Seguramente que los yankees, que en todo dan la nota más elevada, no han tenido todavía la oportunidad de hacer lo mismo.
Quede para ellos, por ahora, la satisfacción de haber tocado la música para que otros bailen.
Dada la potencia con que se oyen algunos de estos broadcasting (más fuerte que todas las estaciones argentinas con excepción de Radio Cultura), estoy seguro que durante el próximo otoño e invierno, podrán escucharlos allí todo el que posea una regular antena y un receptor mediano, aun dentro de las más populosas ciudades.
Es digno de notar la asombrosa modulación y la pureza con que se oyen estas transmisiones musicales, en las que no se percibe la resonancia a que nos tienen habituados nuestros broadcasting, debido sin duda a que estas resonancias, como sonidos de menor intensidad, se pierden con la distancia, destacándose entonces la música en toda su nitidez y pureza.
Durante las tres semanas que escucho estas transmisiones, he observado que diariamente varían los horarios, y que la mejor noche, lo que nosotros llamaríamos noche de moda, es el jueves, en que transmiten hasta más tarde Pittsburg y otras de igual potencia.
Recomiendo pues a los aficionados argentinos silenciar los transmisores los jueves a media noche y escuchar en la madrugada del viernes desde la 0 hora hasta las 2, hora argentina.
Como se que Revista Telegráfica tiene mucha circulación en Norte América, deseo hacer llegar por su intermedio a conocimiento de las empresas transmisoras las siguientes observaciones tomadas el mismo día, durante tres semanas, y que podrán serle de interés.
La WJAX es la que se oye con mayor potencia, tanto la palabra como la música, se escuchan con asombrosa claridad, pero los fadings son más frecuentes y más acentuados que en las otras. ¿No será que el viento mueva la antena?
En la KDKA la música se oye con más potencia que la voz, mientras que en la KFKX la voz se oye tan clara como la música y los fadings son menos pronunciados.
En las horas que transmiten telegrafía en onda continua los aficionados de Norte America y Canadá, se oyen aquí tal cantidad de esas transmisiones que se producen muchas interferencias y es tarea difícil individualizarlas.
Hace pocas noches trataba de identificar una de estas estaciones, que se destacaba sobre las demás por su potencia y la rapidez con que transmitía. Al terminar dejo la onda continua y pude oir claramente en telefonía: «Well I am off, good night, till tomorrow» y apagó.
Es de lamentar que al final no haya dado su característica, pues le hubiera sido grato a ese aficionado enterarse que su despedida y saludo telefónico fué oído a tan gran distancia.
Antes de terminar esta breve información, deseo agradecer por intermedio de Revista Telegráfica a los numerosos aficionados compatriotas que me han felicitado por radio por haber tenido la oportunidad de oir antes que otros estas transmisiones y haberles dado desde aquí el grito de «Alerta», por intermedio de la Estación tres seis seis.
Juan Carlos Braggio
- Revista Telegráfica, Buenos Aires, Argentina, enero-febrero de 1924, Nº 137, Año XII.
Gracias Horacio!
buenisimo