La caras de la radio. (1922).

«La cara de la radio es la cara del futuro», decía una vieja revista dedicada al mundo de las radio, allá por 1922,  en EE.UU. Y publicaba esta sucesión de tomas fotográficas al actor Ralph Kline.

«Cuando todo el mundo tenga un receptor de radiotelefonía en su casa y los conciertos radiofónicos sean tan comunes como las deudas, la expresión general será la de placer continuo.

Si quiere Ud. estar preparado para ese momento, siéntese frente a su aparato, con un espejo delante, y mírese su rostro, cómo evoluciona». 

Las interferencias existían y mucho, si, allá por 1922.

A los radioaficionados, la prensa especializada  les solicitaba no trasmitir en los horarios de los conciertos.

No había más remedio que apartarse del manipulador telegráfico, durante las horas de trasmisión de los conciertos radiofónicos.

Y se les sugería que aprovechara la ocasión para entusiasmar a sus padres en las bondades de la radiotelefonía.

«Wonders of Radio», del gran ilustrador y pintor norteamericano Norman Rockwell.  ilustración de carátula publicada en la edición del 20 de mayo de 1922, en «The Saturday Evening Post», EE.UU. Las preferencias de escucha de la pareja se ven en el programa diario que indica el momento de la emisión de la ópera. El mismo  Rockwell solía escuchar los partidos de béisbol con una radio de galena mientras pintaba. (1)

«Pídale a su padre que escuche los reportes de prensa y a las grandes estrellas de la ópera mientras disfruta de su cigarro después de la cena». 

«Enséñele a su madre cómo sintonizar los conciertos de la tarde o de la noche, que brindarán entretenimiento a sus amigas invitadas a la casa». 

«Con ello, será mucho más fácil que Ud. consiga ese dinerillo extra que necesita para adquirir esa ansiada pieza de equipo». 

«Así, podrá combinar el provecho propio con la satisfacción de constatar que Ud. está brindando la debida consideración a sus progenitores, y al bien de muchos».

«Evitará asimismo, al inspector de radiocomunicaciones, que amparado en el reglamento le sancione por interferir con la recepción de los conciertos».

Es que los trasmisores de los radio-amateurs eran, aún mayoritariamente, a chispa. Por 1922, la radiotelefonía comenzaba a popularizarse masivamente en los hogares y las emisiones originadas por estos equipos eran incompatibles con la fiebre despertada por los radio conciertos. 

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